Parece que fue hace un siglo, pero allá por el lejano mes de febrero daba la sensación de que el plástico tenía los días contados. Las frutas envueltas en absurdas capas de plástico recibían miradas de desprecio en los lineales del supermercado, las cucharillas de un solo uso para el café eran el mal y, en general parecía que por fin el mensaje había calado: no bastaba con reciclar, había que acabar con los plásticos de un solo uso. Pero después llegó el coronavirus y el plástico volvió con él.
Y no se trata simplemente de una percepción. Hace sólo unos días el gobierno pedía que se evitaran los guantes de plástico de un solo uso. Mientras, las mascarillas y guantes tirados por el suelo son una buena radiografía de la situación y una bofetada de realidad para aquellos que creían que de esta salíamos siendo mejores.
De todos modos y hablando ya de comida, las estanterías de los supermercados -¿Quién se atreve ahora a criticar la fruta envuelta y supuestamente más protegida?- y los contenedores de basura repletos de envases de la cena de ayer ayudan a entender mejor la magnitud del retroceso en sólo unas semanas.
Caña de azúcar compostable
Y es que el delivery no sólo se ha convertido en el único motor económico para muchos negocios durante el confinamiento, sino también en una nueva variable en la compleja ecuación de los envases plásticos.
Y aunque la recién aprobada ley de Economía Circular ha marcado en julio de 2021 el fin de los plásticos de un solo uso, eso deja un margen de más de un año en un momento en el que la crisis sanitaria y económica parece relegar la sostenibilidad a un segundo plano. ¿Qué más da un táper más o menos cuando lo importante es salvar el negocio?
Una idea, no lo neguemos, extendida en un sector que muchas veces sólo cambia a golpe de normativa. La buena noticia es que algunos ya han afrontado esta nueva situación con la responsabilidad medioambiental como un criterio más a tener en cuenta a la hora de servir comida a domicilio.
Algunos restaurantes buscan que el material del recipiente sea compostable -es decir, que pueda ir con los residuos orgánicos– son en líneas generales de lo que podría considerarse un envase sostenible. Cumplen con los requisitos sostenibles: son ecológicos, biodegradables, compostables y sus materias primas son procedentes de recursos renovables como el bambú, el algodón o la caña de azúcar, todos con una tasa de regeneración muy rápida.
En Envanature disponemos de una gran gama de productos fabricados con materias primas ecológicas, perfectas soluciones sostenibles para todo tipo de delivery.